viernes, 10 de junio de 2011

Ricardo Costa : Un coleccionista en apuros


Ricardo Costa Climent en una escala de 0 a 10  se sitúa por méritos propios en la banda alta en lo que se refiere a reunir todos los tópicos tipicos que definen al prototipo de genovés original y genuino. Dicho de otro modo, es todo lo que te imaginas y mucho más.

Cada vez que abre la boca y se van conociendo sus hazañas gurtelianasy brugalianas se va cerrando el circulo. Es un genovés modelo
" Pijus magnificus " aunque multiplicado por n. Su peculiar vestimenta, su voz gangosa, su vocabulario de andar por casa  y sus atribulados gestos hacen que se convierta en un ejemplo viviente de esa derechona provinciana y casposa que el tiempo no pasa por ella y que es incapaz de distinguir los interesés publicos de los privados.

Estos días 
Ric Costa Climent vuelve a ser noticia doble. En primer lugar porque tras su patética dimisión y no menos ridicula vuelta como Secretario General de los genoveses valencianos ha tomado posesión de su escaño en las Cortes valencianas en su condición de electo y de imputado por todo tipo de delitos recogidos en el Código Penal.

Y en segundo lugar por su implicación en el denominado
Caso Brugal que según las cintas telefónicas grabadas por orden judicial y  conocidas estos días actuó de intermediario y de propina además recibió regalos en forma de relojes de alto standing.

Para los más curiosos
aquí os va la colección primavera-verano-otoño e invierno de los numerosos relojes que posee nuestro Snoopy gurteliano y que seguro alguno de ellos ha sido incluso pagado por el mismo.

Lo dicho Ric está llamado a darnos muchas alegrías.

1 comentario:

darth_sidious dijo...

Como friki irredento, solamente una matización, comparar a esta panda de casposos (ver conversaciones de Enrique Ortiz y sus alusiones fálicas), con los mafiosos de El Padrino como sueles hacer es un insulto a la mafia y al cine.
La mafia tiene más estilo, por mucho que su paso neoyorquino le ha embrutecido. Y comparar la escena de Vito Corleone con el comerciante rindiéndole vasallaje del inicio de El Padrino con las conversaciones de estos tipos que no llegan ni a película de Pajares, Esteso y Ozores, un insulto. Por lo demás, suscríbolo.