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Rajoy siempre a la sombra de su rasputín Moragas |
Ni los más veteranos diplomáticos dan crédito a lo que está sucediendo en el Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación tras la llegada como titular del mismo del economista denocracristiano Manuel García Margallo.
Sus salidas de tono, su estilo tabernero que ya tuvimos ocasión de comentar en este blog, sus constantes intentos por aparecer como asesor económico de Mariano y su alocada política de cambios de Altos Cargos y Embajadores están generando una situación de descontrol sin precedente.
En realidad, sobre este último negociado, lo más llamativo de los ceses y nombramientos es que Margallo no se entera de nada. Le han dejado para entretenerse nombramientos menores, un ex jubilado con rango de Director General y una periodista amiga con el mismo rango. Y para que no se aburra le dejan creerse que toca bola en la penúltima crisis, la boliviana.
A cambio, sin rechistar, ha aceptado todas y cada una de las propuestas que el Rasputín monclovita Jorge Moragas le van enviando para la firma y que básicamente ha consistido en recoger de las esquinas a todos aquellos genoveses que le sirvieron fielmente durante los años de los gobiernos de ZP y nombrarles Embajadores.
Hoy vamos a referirnos a uno de ellos: Eduardo Gutiérrez Sáenz de Buruaga nuevo Embajador ante la Santa Sede. Hace el número 27 de los diplomáticos + el de Trillo que han sido agraciados con un nombramiento por uno de los Consejos de Ministros de los presididos por Mariano.
Desde que accedió a la carrera diplomática allá por el año 1985 su trayectoria estuvo marcada por la más discreta de las discreciones hasta que un buen día, como suele ser habitual entre genoveses de acreditada solera y familia, el destino le llevó a ser fichado 10 años después como Director de una de las Fundaciones que los genoveses tienen en nómina: Fundación Popular Iberoamericana. Eran los años previos al asalto de Aznar a La Moncloa.
Tras consumarse la victoria electoral fue rápidamente recompensado con una Dirección General, la de Política Exterior para Iberoamérica para 4 años después ser nombrado Embajador Observador Permanente de España ante la Organización de Estados Americanos y Organismos Interamericanos de Cooperación. En esos años se codeó con lo más granado de los clanes genoveses. Entre otros pasaba por allí para quedarse el tal Jorge Moragas cuyo principal y único mérito hasta entonces conocido fue no perder de vista la maleta del Presidente Aznar.
Tras la derrota del 14-M, unos y otros se tuvieron que buscar la vida. Y es así como Eduardo Gutiérrez Sáenz de Buruaga y el hombre del maletín unen sus destinos. El primero se pone al servicio del segundo y juntos se van haciendo mayores. Moragas va perfeccionando sus técnicas de acercamiento a Mariano - al mismo que según los papeles de Wikileaks le consideraba un perdedor- para acabar de Jefe de su Gabinete tanto en la Oposición como ahora en el Gobierno. Mientras tanto el primero, se reubica como vocal asesor en la Escuela Diplomática y se dedica a escribir y colaborar para FAES y asimilados.
Y así las cosas, un 27 de Abril del año 2012, previo cese de la hasta entonces embajadora, el Rasputín Jorge Moragas viene a nombrar a través del testaferro con rango y firma reconocida ante Notario, un tal José Manuel García Margallo, nuevo Embajador del Reino de España ante la Santa Sede a Eduardo Gutiérrez Sáenz de Buruaga
Así son las cosas y así os las estamos contando. Para finalizar quizá sea de vuestro interés saber que un día caluroso del mes de Julio del año 1985 el segundo de Rasputín y hoy embajador contrajo santo matrimonio, siendo un discreto Secretario de Embajada de 3ª categoría preferente , en la Basílica Pontificia de San Miguel con la entonces señorita Carmen Seoane García. Cuentas las crónicas de sociedad que bendijo la sagrada unión el Padre Tomás Gutiérrez Calzada. Para los más despistados recordaros que este Padre nunca fue un Padre cualquiera. Tomás Gutiérrez Calzada durante casi 20 años fue vicario regional en España del OPUS DEI. Casi nada. Una boda con caché y algo más.
Cada cual ahora es libre de sacar sus propias conclusiones. Entre las que no hay que descartar que sus relaciones tempranas con el OPUS DEI quizá, solo quizá, tengan que ver con sus actuales destinos profesionales. Todo ello, además, perfectamente compatible con el papel de Moragas y el papelón de García Margallo.
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