Esta historia que aquí os vamos a contar es un fiel reflejo de
cómo hoy aún es posible que en plena crisis económica, laboral y social, con
recortes masivos e indiscriminados, por razones que tienen que ver más con una
concepción autoritaria, personalista y caprichosa que con un sentido útil y optimizador
de los recursos públicos, algunos gestores genoveses tiran con pólvora ajena y
toman decisiones innecesarias y costosas para el contribuyente.
Para situarnos, nada mejor que comenzar por sus protagonistas para luego continuar con sus caprichosas decisiones y sus consecuencias. El actor principal responde al nombre de Tomás Burgos. Desde Enero de este año es el actual Secretario de Estado de la Seguridad Social y rinde cuentas ante su superiora jerárquica que en este caso es, ni más ni menos,que la inefable y cada día más gritona Fátima Báñez, a la sazón y para sorpresa de propios y extraños, Ministra de Empleo y Seguridad Social y accionista del Grupo Báñez, SL.
Tomás
Burgos es un viejo conocido de los lectores de este blog y a poquito que
el Gobierno de su Mariano se lo proponga y recorte las pensiones, también
acabará siéndolo para millones de pensionistas. En cualquier caso, para los que se acaban de incorporar, aquí podéis repasar los post que hemos dedicado al susodicho que a modo de resumen resumido, sugieren que nos encontramos
ante un Secretario de Estado que durante años y años, incluyó en su curricular oficial como Diputado por
Valladolid, dicen unos que de forma deliberada, y otros que por puro despiste, que era médico
y/o licenciado en medicina. Tras descubrirse que nunca lo ha sido y
probablemente nunca lo será, el hoy Secretario de Estado se ha resignado a que
en la referencia de Ministerio aparezca lo que realmente tiene certificado: “Estudios
de medicina”.
La cuestión es que al poco tiempo de ser nombrado, como a otros
muchos clónicos genoveses, les dio por revisar todo lo revisable de los
anteriores responsables socialistas. Es decir, buscar debajo de las piedras
para ver si con un poco de fortuna aparecía algún asunto que llevar a sus
medios de comunicación de referencia ávidos de publicar escándalos. Nada encontraron
y es a partir de esta frustración frustrante cuando este chamán de saldo no se
le ocurre nada mejor que decidir no prorrogar la adjudicación que por concurso se había adjudicado a la empresa encargada del ensombrado, impresión, manipulado y envío de las vidas laborales y bases de cotización a los 20 millones de trabajadores que de oficio se les remite a sus domicilios.
La decisión no estaba basada en la existencia de quejas de la
mesa de contracción ni tampoco por parte de los receptores finales. Por no
haber no había ni la más mínima sospecha ni indicio de que los sobres se
perdieran en el camino o no se garantizará la confidencialidad de los datos que
se contienen en los informes. En realidad, la explicación de esta absurda
decisión es mucho más sencilla y a la par mucho más costosa para el erario y para
el buen funcionamiento de un servicio público básico para los trabajadores, máxime
en tiempo de crisis económica, donde gracias a la contrarreforma laboral de su
jefa de escuadra, se han multiplicado por N los despidos individuales y
colectivos.
El objetivo final no era otro que como fuera hacer un nuevo concurso, aunque
para ello hubiera que forzar los tiempos y de paso poner en peligro los plazos de
entrega previstos. Pero sobre todo y ante todo, había que dejar constancia de la
marca y sello del nuevo chamán con rango de Secretario de Estado. Dicho y
hecho. El 13 de junio de este año, seis meses después de sentarse en su despachooficial, el BOE publicaba un anuncio del Ministerio de Empleo y Seguridad
Social por el que se sacaba a una nueva licitación la adjudicación del
ensobrado, impresión, manipulado y envío de las vidas laborales y bases de
cotización para 20 millones de trabajadores.
Aparte de las dudas razonables que se han publicado en algunos medios de comunicación sobre por qué el valor estimado del nuevo contrato es superior respecto a lo que hubiera supuesto su prorroga. Aparte de los costes
asociados que para la propia administración supone poner en marcha un concurso
de estas características. Incluso, cuando hay constancia que el contribuyente no
obtiene ningún beneficio adicional a lo que ya estaba previsto antes de la nueva
adjudicación, al final, resulta inevitable preguntarse el por qué de esta decisión y quien o quienes
son los responsables de semejante disparate.
La respuesta no está en el BOE ni en el análisis comparativo de
las dos Resoluciones que tratan sobre esta adjudicación. Tampoco en las
empresas adjudicatarias. La respuesta está en el titulo que da nombre a este
post y que se refiere a la vanidad más vanidosa de estos responsables genoveses
que sabiendo como sabían que no tenía sentido hacer lo que iban hacer, sin
embargo lo hicieron.
PD. Para los que crean
que, como el Secretario de Estado, toda iniciativa
del gobierno socialista anterior es por definición sospechosa, aclararles que
estas adjudicaciones se vienen haciendo desde el año 2000 con gobiernos tan
genoveses como el de ahora y por los mismos procedimientos y con resultados
similares a los obtenidos durante el periodo 2004-2011.
1 comentario:
si, lo comprendo... yo también tengo estudios de astronauti
ca y de fisica cuantica (o se dice quantica?)energía nucelar... se dice nuceelaaaar
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