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En poco menos de 1 mes, Rajoy celebrará
en familia y poco más, su tercer año y último como inquilino en la Moncloa. Es
consciente que no está el patio genovés para fiestas con confetis.
Y es que la
llegada de nuevos y jóvenes dirigentes a otros Partidos que de paso le han elevado su edad mental
en varias decenas de años; la metástasis interna que sufre la famiglia genovesaa costa de la corrupción y la crisis institucional por la que atraviesa
Cataluña en sus relaciones con el resto de España, hacen que Rajoy se refugie en su
agenda internacional para salir del autismo en que se encuentra metido y de
paso, lograr que alguien le de la mano, aunque sea por educación.
Sobre precisamente Cataluña y España, vamos a tratar de aportar a nuestros lectores
una serie de datos y consideraciones, tomando como referencia su trepidante
agenda casera, descontando sus salidas
al exterior y que, a nuestro juicio, está en parte la respuesta a su desastrosa
gestión y que por el momento, ha concluido con una querella de la Fiscalía General del Estado
contra Artur Mas, inducida desde las moquetas monclovitas.
En realidad, un análisis sosegado de la
agenda pública de Rajoy ayuda a entender mejor al personaje, a sus manías, a
sus aficiones ( deportivas incluidas ), a su sectarismo y a sus solidas
costumbres de Registrador de la Propiedad en servicios especiales con plaza en Santa Pola. Lo hemos
comentado en varias ocasiones y los que queráis tener más información sobre
como mata el rato Rajoy os podéis dar una vuelta por este enlace.
Sobre Rajoy y Cataluña es inevitable recordar que sus relaciones se han ido deteriorando mucho antes de ser Presidente del Gobierno. Sus
asesores oriundos para los asuntos de Cataluña
han sido y continúan siendo los más casposos de su clan. Solo hay que
recordar que, entre otros, le jalean tipos como Jorge Fernández Díaz, Jorge
Moragas o la increíble Alicia
Sánchez Camacho. Todo ello, sin contar que tuvo durante años en su Corte al
inefable de Francisco Marhuenda.
Pero si su club de asesores es como para
salir corriendo, tampoco tranquiliza comprobar como ha sido programada su
agenda de visitas a Cataluña y sus “ audiencias” con catalanes en el Palacio de
la Moncloa. Vayamos a ello.
Un primer resumen resumido arroja las
siguientes estadísticas, salvo error u omisión :
Se
ha desplazado a Cataluña en cerca de 3 años, un total de 14 veces.
- 7 para asistir
a mítines del PP relacionados con campañas electorales autonómicas y europeas más una reunión con sus Alcaldes y otra con empresarios genoveses.
- 3 para
clausurar las reuniones anuales del Circulo de Economía
- 3 para
actos institucionales variopintos
- 1 para asistir
a la boda del hijo del propietario del Grupo Planeta
Es
decir, si contamos los 7 actos de Partido, electorales básicamente, y la
asistencia a una boda privada para rendir pleitesía al Presidente de uno de los
grupos de presión más relevantes del país, resulta que Rajoy ha dedicado el 50 % de su presencia en
Cataluña a pedir el voto y llevar virtualmente las arras de una pareja de
novios que no sabía con anterioridad ni quienes eran.
El resto de su tiempo
lo ha concentrado en clausurar un foro liberal
de empresarios, al que ha asistido puntualmente cada año, como si de una obligación se
tratara, y el resto de 3 actos para cubrir la cuota correspondiente de inauguraciones varias y su transposición a los informativos de RTVE.
Como
era previsible, visto lo visto, los estrategas de Moncloa han ignorado a la
inmensa mayoría de ciudadanos de Cataluña que ni son militantes ni votantes del
PP ( 12,99% en el 2012) , que no fueron invitados a la boda de marras o no asistieron a las
rutinarias reuniones del Circulo de Economía que año tras año se concentran en Sitges y sus alrededores.
En
tres años, ni una sola visita a cualquiera de los 947 municipios que tiene
Cataluña. Como tampoco, ni se le ha pasado por la cabeza, mantener un solo
encuentro con alguno de los numerosos colectivos que viven y hacen Cataluña a
diario.
Ni
una sola Universidad, ni un solo centro educativo o sanitario han sido testigos
de alguna visita del Presidente del Gobierno, a pesar de que es el mismo que no
tuvo reparos para que sus dos hijos nacieran en una clínica privada de
Barcelona.
Y
por supuesto, ni se le ha pasado por la cabeza visitar a las
máximas instituciones de Cataluña. Tres años contemplando como sus relaciones
se han ido deteriorando sin tomar la más mínima iniciativa para evitarlo.
Tampoco
el balance como anfitrión en el Palacio de la Moncloa es como para tirar
cohetes. Vayamos primero a los datos. Por lo que se refiere a sus encuentros con
el Presidente de la Generalitad, le ha recibido
en 5 ocasiones. Tres de ellas han sido ampliamente difundidas por los
servicios informativos de RTVE, mientras las otras 2 restantes, se han conocido
posteriormente y con el debido retraso, previamente calculado. También en una
ocasión sus servicios de información, mal llamados de Comunicación, con la
inefable Martínez Castro al mando, han contraprogramado recibiendo a la patronal
de la pequeña y mediana empresa de Cataluña.
Al
igual que sus visitas, sus “audiencias” al Presidente
de la Generalitad, se han llevado a cabo a la vieja usanza. Nada de ruedas
de prensa conjuntas, ni mucho menos con explicaciones por parte de Rajoy. Ni
siquiera por plasma y/o en diferido. Silencio espeso y niebla informativa. Por
supuesto, todas ellas, se han celebrado en el Palacio de la Moncloa, sin que
hubiera lugar a salir de sus paredes y jardines. Como es habitual, también a
posteriori se ha tenido conocimiento de dos reuniones “ secretas “ fuera de
agenda oficial. Nada nuevo bajo la marca Moncloa.
Y
para rematar esta vibrante actividad presidencial, sin pena ni gloria, se ha
desplazado al hotel Ritz de Madrid a presentar en un desayuno a la candidata
genovesa a la Generalitad, Alicia Sánchez Camacho.
En
fin, como nuestros lectores pueden comprobar, el principal problema que tiene
España de cara a su articulación territorial, con consecuencias imprevisibles
si no se orientan bien las posibles soluciones, ha tenido un reflejo
francamente ridículo en la agenda del Presidente del Gobierno.
En
estos tres últimos años, Rajoy ha dedicado más tiempo a seguir los partidos de
la selección de fútbol, baloncesto, tenis, ciclismo o de patinaje artístico que
a conocer in situ la realidad de Cataluña.
Lo poco que sabía se le ha olvidado y por lo que dice, apenas da señales de saber qué hacer, más allá de querellas y su inquietante perogrullada de que "hay más catalanes que independentistas".
En
Australia, lejos me lo fiáis, reconoció que tendrá que replantearse la comunicación
con Cataluña. Confiemos que así sea, por
lo que le va y nos va, a unos y a otros.
Seguiremos informando.