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Lucía Figar no gana para disgustos |
En esta cuarta entrega de dúos genoveses de usar y tirar
a lo largo y ancho de este mes de agosto os traemos a escena dos personajes que
tiene en común algunas cosas de esas que cuando se van conociendo incomodan a
propios y a extraños.
Y es que ambos, muy a su pesar, están imputados en la
denominada “Operación Púnica” por un juzgado de la Audiencia
Nacional porque como se ha ido conociendo se han utilizado mutuamente a cargo
del contribuyente. Una para cuidar y mimar su deteriorada imagen personal y
pública y otro para cobrar por sus servicios prestados.
La primera responde al nombre de Lucía Figar (de) Lacalle. Desde que tiene uso de razón ha venido ocupando cargos
públicos genoveses. Desde los 23 años, en estos momentos acumula 40, ha tenido
domiciliada una nómina de origen público.
Durante los últimos 17 años ha trabajado para los
gobiernos de Aznar, Aguirre y González. Incluso en su momento también lo hizo para
su marido, Carlos Aragonés, diputado opusdino que
básicamente lleva años sin pegar palo al agua y con el que lleva casada 10 años
y mantienen en común tres bambinos.
Como viene siendo habitual en la biografía de estos nietos de genoveses, su abuelo por parte materna fue Gonzalo de Lacalle Leloup, alcalde franquista de Vitoria entre 1951 y 1957.
Durante los últimos años, hasta su dimisión programada
por circunstancias sobrevenidas, ha estado anclada en los gobiernos de la
Comunidad de Madrid a través de Consejerías de diferente denominación. Si bien
ha sido en el área educativa donde más tiempo ha venido ocupando el cargo de
Consejera.
Y es en esta Consejería donde su destino se acaba
cruzando con su otra pareja judicial de hecho, el no menos imputado y
conseguidor Alejandro de Pedro (
Alex para conocidos y comisionistas).
Tiempo habrá para conocer al detalle cuando, como y donde
se vieron por vez primera. Mientras esto sucede lo que si se sabe es que su
nivel de confianza iba mucho más allá de lo que ella admite a regañadientes. Solo hay que darse una vuelta por su declaración del pasado 26 de junio ante el juez Velasco para comprobarlo y por los innumerables sms que se intercambian.
El caso es que como quien no quiere la cosa el hoy
inquilino de la prisión madrileña de Extremera, según ella misma ha reconocido,
les puso en contacto para ver como podían colaborar a cargo del contribuyente.
Fue un flechazo con formato de contrato menor. Lucía pasaba por una mala racha
en su imagen personal y política.
No ganaba para polémicas. Un día se hacía publica su
obsesión para contratar una "empleada de hogar interna, con cinco años de experiencia y con idioma tagalo".
Otro que se había beneficiado de becas para sus hijos que ella misma había concedido como Consejera de Educación.
Y desde hacia años, la comunidad educativa en defensa de
la escuela pública la sacaba los colores por su escandalosa y descarada
posición favorable a la enseñanza privada y confesional.
Y en esas es cuando decide contratar los servicios del
conseguidor de cabecera genovés, el tal Alejandro ( Alex ) de Pedro. La idea
era de lo más simple. La Consejería pagaba hasta un total de 80 mil € contantes y sonantes para
sacar del sumidero la imagen de su titular. Para ello diseñaron un plan de
presencia en las redes sociales encaminado a “lavar” las noticias negativas y
sustituirlas por otras positivas aunque para ello hubiera que echarle una imaginación
de lo más imaginativa y temeraria.
Y es aquí donde saltan todas las alarmas de la Unidad Central de Operaciones de la Guardia
Civil, de la Fiscalía y del Juzgado
Central de Instrucción nº 6 de la Audiencia Nacional. Tanto saltan que
Lucía está acusada de los delitos de malversación y
prevaricación.
Desde entonces la pareja contractual apenas se saludan ni
se intercambian sms amigos. Desde que la Guardia Civil se ha cruzado en sus
destinos es un sin vivir. Lucía se vio obligada a dimitir de un día para otro
mientras que Alex, tras ser detenido, estuvo un par de meses en la cárcel. Hoy
esperan por separado la que se les viene encima.
5ª entrega : El ministro y su imputado de cabecera
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